¿Existe algún mensaje dentro de la naturaleza que
nos advierte la existencia del mal? ¿Cuánta verdad encierran los mitos clásicos
que se repiten una y otra vez de generación en generación?
Los personajes de estos 7 relatos son hombres
comunes que un día, no se sabe cómo ni por qué, son tocados por esa aureola
inexplicable que tiñe sus vidas con un designio trágico: la vil fatalidad.
Sucesos fantásticos y reales se posarán en su
cotidiana existencia para marcarlos, herirlos, fragmentarlos y, a cambio del sufrimiento
y el dolor que le ocasionarán, será el conocimiento de la «gran» verdad, el
verdadero y único pago capaz de reparar cualquier daño.
Es interesante observar la manera cómo en este
libro la mitología nos lleva más allá de la sorpresa y el asombro, poniéndonos
en un lugar expectante. El mito aquí no es el centro de los relatos, es apenas
el Lei Motiv que desencadenará nuevas reflexiones. Cada cuento, por ejemplo, se
podría leer como el síntoma que hace visible el malestar de nuestra actual
sociedad.
Seres posesos, almas diabólicas que ríen y se
pierden entre los cerros, boas con miradas infernales son el repertorio que
ilumina el reciente libro de Fonseca que retoma la fuerza y la decisión con la
que escribió sus otros libros, con la única diferencia que en esta oportunidad
viene decidido a dejarlo todo sobre el papel. Para ello, el autor se adentró a
la realidad de la selva, quizá para decirnos indirectamente que el mapa no es
el territorio, sino que hay que ir al territorio y rehacer el mapa.
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