viernes, 21 de febrero de 2014

El sendero de La Convención

Lima: Vivirsinenterarse. 2013.

El sendero de La Convención del joven narrador Franklin Carbajal Lorotupa es una de las últimas novelas que se suma a la “Colección Patio Trasero” de la editorial Vivirsinenterarse.
La publicación, primera novela del autor, consta de 170 páginas y está organizada en 14 secciones donde se ha respetado criterios básicos como el recorrido físico de la aventura, el deambular anímico de personajes problemáticos y las rupturas textuales donde se hace vital conocer el punto de vista del narrador. Su principal característica es el aprovechamiento que el autor ha sabido dar al factor autobiográfico y a su saber académico, para determinar y regular el contenido general de la narración, ya que la novela resulta siendo una especie de espacio en común donde ambas experiencias dan forma a los aciertos y desaciertos de un impulso expresivo que, en este novel escritor, acentúa la relación análoga y significativa que existe entre el título de la obra y la visión final de la misma; pudiéndose afirmar, de este modo, que el sendero es la alegoría de una travesía en donde solo el conocimiento y la transformación interna nos acercará al verdadero juicio crítico de la realidad social.
 Desde esta perspectiva, la novela busca acentuar, a partir de la interrupción y la reactivación de varias situaciones, dos líneas específicas de análisis: la que desarrolla la angustia individual y generacional de los sujetos convencianos, y la que exige la reivindicación histórica, política y cultural de los Machiguengas.  
Con la primera, Carbajal Lorotupa busca describir el desconcierto y la disconformidad que tienen los personajes con su presente, su cultura y sus pocas o nulas oportunidades de liberarse de un sopor de laxitud; y nos acerca al dolor que se esconde en emociones reprimidas, en la acumulación de ilusiones maltrechas y en la valentía interrumpida de los que buscan gestionar un cambio. Luego, en concordancia con su segunda posición, propone la posibilidad de un desplazamiento geográfico como escape hacia una nueva senda; los personajes, entonces, inician el trazo de un nuevo sendero en donde las expectativas y conclusiones de las escenas accidentadas que les ha tocado vivir se van reorientando, cada uno de ellos empieza a experimentar un proceso de fragmentación insondable, que aunque aparentemente solo ha aludido al individuo los hace partícipes de un aprendizaje mayor y colectivo: al conocer, aprehender y sentir La Convención serán ellos mismos.
 Estos personajes desestimados e invisibles empiezan a preguntarse -y a preguntarnos- qué hay detrás de ese espacio geográfico y cultural llamado La Convención; cómo pueden constituirse como sujetos si, para el resto del mundo, su cultura originaria “los Machiguengas” está oculta a la sombra  comercial y mercantil de la etiqueta “ombligo del mundo”.
El narrador, muy acertadamente, traslada las añejas y siempre actuales cuestiones del convenciano, y afirma que el aprendizaje individual y colectivo no se halla en el éxodo del terruño sino, por el contrario, en la construcción de un proceso interpretativo de la sociedad de la que se es parte. Por último, las interrogantes le sirven para enunciar una única verdad que siempre se han intercalado en las peripecias de los personajes y que nosotros hemos conocido de forma tácita: lo que está sucediendo es parte de lo que se ha hecho o se ha dejado de hacer.
 Por todo esto, el lector de la obra no se sentirá defraudado al descubrir que ningún personaje puede definirse como único protagonista de este sendero y que, más bien, la aparición de Ajcón, Sandra, Niklaf y Urpi quienes se detienen a describir sus conflictos personales o de Covhent, Hex, Mhiat y el profesor Mucay quienes exaltan en medio de alguna discusión teórico-política el valor de La Convención, resuelve la interrogante final que Franklin C. ha esbozado a lo largo de su novela.
 En definitiva, aunque es común que toda primera novela sea objeto de señalizaciones, consideramos que, en lo referente a cuestiones narrativas, el texto cumple con el reto inicial que debe enfrentar cualquier joven escritor cuando decide escribir una novela, es decir, oscila entre el descubrimiento y el manejo de una propia y novedosa estrategia narrativa, y logra una fluidez sencilla de la temática propuesta. Indudablemente, El sendero de La Convención es un buen preámbulo para el futuro literario de F. Carbajal Lorotupa, un escritor que con el tiempo sabrá consolidar la relación entre esas dos instancias que lo apasionan: la sociedad y la literatura.
                                                                                                             Marilyn Milla