Lima: Vivirsinenterarse. 2013.
El sendero de
La Convención del joven narrador Franklin Carbajal Lorotupa es una de las
últimas novelas que se suma a la “Colección Patio Trasero” de la editorial
Vivirsinenterarse.
La publicación, primera novela del autor, consta
de 170 páginas y está organizada en 14 secciones donde se ha respetado
criterios básicos como el recorrido físico de la aventura, el deambular anímico
de personajes problemáticos y las rupturas textuales donde se hace vital conocer
el punto de vista del narrador. Su principal característica es el aprovechamiento
que el autor ha sabido dar al factor autobiográfico y a su saber académico,
para determinar y regular el contenido general de la narración, ya que la novela
resulta siendo una especie de espacio en común donde ambas experiencias dan
forma a los aciertos y desaciertos de un impulso expresivo que, en este novel
escritor, acentúa la relación análoga y significativa que existe entre el
título de la obra y la visión final de la misma; pudiéndose afirmar, de este
modo, que el sendero es la alegoría
de una travesía en donde solo el conocimiento y la transformación interna nos
acercará al verdadero juicio crítico de la realidad social.
Desde esta perspectiva, la novela busca acentuar,
a partir de la interrupción y la reactivación de varias situaciones, dos líneas
específicas de análisis: la que desarrolla la angustia individual y
generacional de los sujetos convencianos, y la que exige la reivindicación
histórica, política y cultural de los Machiguengas.
Con la primera, Carbajal Lorotupa busca describir
el desconcierto y la disconformidad que tienen los personajes con su presente,
su cultura y sus pocas o nulas oportunidades de liberarse de un sopor de laxitud;
y nos acerca al dolor que se esconde en emociones reprimidas, en la acumulación
de ilusiones maltrechas y en la valentía interrumpida de los que buscan
gestionar un cambio. Luego, en concordancia con su segunda posición, propone la
posibilidad de un desplazamiento geográfico como escape hacia una nueva senda;
los personajes, entonces, inician el trazo de un nuevo sendero en donde las expectativas
y conclusiones de las escenas accidentadas que les ha tocado vivir se van
reorientando, cada uno de ellos empieza a experimentar un proceso de
fragmentación insondable, que aunque aparentemente solo ha aludido al individuo
los hace partícipes de un aprendizaje mayor y colectivo: al conocer, aprehender
y sentir La Convención serán ellos mismos.
Estos personajes desestimados e invisibles
empiezan a preguntarse -y a preguntarnos- qué hay detrás de ese espacio
geográfico y cultural llamado La Convención; cómo pueden constituirse como sujetos
si, para el resto del mundo, su cultura originaria “los Machiguengas” está
oculta a la sombra comercial y mercantil
de la etiqueta “ombligo del mundo”.
El narrador, muy acertadamente, traslada las añejas
y siempre actuales cuestiones del convenciano, y afirma que el aprendizaje individual
y colectivo no se halla en el éxodo del terruño sino, por el contrario, en la
construcción de un proceso interpretativo de la sociedad de la que se es parte.
Por último, las interrogantes le sirven para enunciar una única verdad que siempre
se han intercalado en las peripecias de los personajes y que nosotros hemos
conocido de forma tácita: lo que está sucediendo es parte de lo que se ha hecho
o se ha dejado de hacer.
Por todo esto, el lector de la obra no se
sentirá defraudado al descubrir que ningún personaje puede definirse como único
protagonista de este sendero y que, más bien, la aparición de Ajcón, Sandra, Niklaf y Urpi quienes se detienen a describir
sus conflictos personales o de Covhent,
Hex, Mhiat y el profesor Mucay quienes
exaltan en medio de alguna discusión teórico-política el valor de La Convención,
resuelve la interrogante final que Franklin C. ha esbozado a lo largo de su
novela.
En definitiva, aunque es común que toda primera
novela sea objeto de señalizaciones, consideramos que, en lo referente a
cuestiones narrativas, el texto cumple con el reto inicial que
debe enfrentar cualquier joven escritor cuando decide escribir una novela, es
decir, oscila entre el descubrimiento y el manejo de una propia y novedosa
estrategia narrativa, y logra una fluidez sencilla de la temática propuesta. Indudablemente, El sendero de La Convención es un buen
preámbulo para el futuro literario de F. Carbajal Lorotupa, un escritor que con el tiempo sabrá consolidar la relación entre esas dos instancias
que lo apasionan: la sociedad y la literatura.
Marilyn Milla
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