Conocí
a Marco, leyéndolo. Su prosa cuidada y fina fue algo que no encontré en autores
de su generación más sí en autores de la talla de Luis Loayza, sobre todo el
Loayza de Otras tardes si lo
comparamos con París personal y a El Avaro (por el manejo de la brevedad
al narrar) con la nouvelle, El cielo de Capri. Ambos libros tienen por
supuesto su propio sello y algo de míticos. La literatura de Marco es muy
particular y original, él mira las cosas, las contempla y las hace brillar de
belleza cada vez que describe una situación en el relato y es el lector el que
cae rendido ante su prosa, y es el lector el cómplice que reconoce en esa
musicalidad y cadencia a un autor, a un escritor de verdad.
Yo
llegué a París personal de a oídas,
por aquel entonces lo había editado una universidad, había terminado la
secundaria y un programa transmitido en canal nacional lo presentó a Marco con
elogios nunca antes dicho u oídos, para con ningún autor que asistió a dicho
programa. Me llamó la atención sobremanera las cosas que se dijo de él así que
al día siguiente fui a buscarlo a la librería y por supuesto no lo conseguí,
ello activó mi ansiedad por conseguir ese libro azul que mostraba una ventana
desde donde se podía ver a lo lejos el cielo.
Habían
pasado tres años ya, había ingresado a la facultad y ese libro seguía
llamándome la atención. El título de
París personal despertaba mi interés sobremanera además por esa idea post
boom de que había que irse a París para hacerse escritor pues esa idea rondaba
en mi cabeza de estudiante de pregrado por aquellos años. Una vez que lo compré,
recuerdo haberlo leído con emoción, solo el Otras
tardes de Loayza me había impactado tanto como este libro. Quería conocer
al autor, pero por aquel entonces había un aura de misterio en Marco que lo
rodeaba a él y a su París personal,
¿cómo podría conocerlo? me preguntaba Es justo decir que aquellos años eran
distintos de los que vivimos ahora en donde puedes agregar a un escritor al
Facebook y decirle que su libro te ha gustado o no, aunque esto último es
peligroso porque puede que te eliminen de su lista de contactos. No se
preocupen, Marco jamás haría eso, su literatura es la proyección de su
caballerosidad y respeto para con sus lectores. Por aquellos años decía, Internet
recién se estaba expandiendo y nosotros apenas usábamos el chat del MSM. Ahora
que lo pienso mejor la única ventana que teníamos era ese programa de
literatura y había entonces que apuntar a cuanto autor aparecía para ir a
conseguirlo o a perseguirlo.
Debo
reconocer que por algún momento creí que Marco era un autor a lo Salinger o a
lo Loayza, ese tipo de autores que escribe algo estupendo y lo deja ahí porque
siente que el libro tendrá que llegar a quien tenga que llegar. Esta edición
doble de su libro de cuentos y su primera novela me ha permitido descubrir que
no ha sido ese silencio fabricado por él, sino por las circunstancias, pero su
literatura siempre estuvo ahí, siempre estuvo escribiendo, da cuenta de ello su
última novela “Un olvidado asombro” editada por el Fondo de Cultura Económica.
Novela del tema del padre que si hoy se van de esta feria con su libro doble y
ella no se arrepentirán, se los aseguro.
Libro
en mano he recomendado París personal
a cuanta persona se me ha cruzado por aquel entonces. Lo mandé a leer a cientos
de estudiantes, he sido desde entonces un entusiasta difusor de su obra. Con mi
libro, el de la ventana azul y el cielo parisino me pasó lo que a muchos les ha
pasado, lo presté, lo presté tanto que un momento desapareció de entre mis
manos y de la memoria de quien se lo había prestado o lo había prestado este
porque le había emocionado tanto como a mí y tuvo ese gesto de dárselo a leer a
otra. Quería y quiero creer que un libro por el que uno siente tanto cariño
termina estando poco tiempo con nosotros porque en realidad su destino no es de
uno sino el de todos o uno en particular, el de viajar de mano en mano y dejar
al dueño con esa aura de nostalgia que es la misma con la que termina cada
cuento del libro
Luego
leí El cielo de Capri y encontré un
autor sólido. Me hizo recordar a Seda
de Baricco. Breve, impactante, fluido, bello en el lenguaje y bien contado.
Cuando
a inicios de año me junté con él, con Marco y conversamos del proyecto que la
editorial tenía pensado sabíamos al reto al cual nos enfrentábamos, así que lo
tomamos con mucha responsabilidad y el libro que tendrán hoy en sus manos así
lo demuestra. Quiero contarles que todos en la editorial festejaron mi regreso
de aquella reunión y festejaron con prudencia cuando dije “Marco ha aceptado
apostar por nosotros”. Luego vino el giro visual que ustedes verán en esta
edición, la cual ha usado ese instrumento tradicional del troquel para proponer
una colección objeto que sea una pieza de colección en sus bibliotecas, cada
edición que iremos publicando será una edición que llame la atención al nuevo
lector, a ese joven que puede que esté pensando que leer no es también
divertirse. Necesitábamos un libro fresco, nuevo, que se lea y muestre su
dialogismo entre uno y otro, pensamos en un público nuevo, en colores alegres,
en el elemento de la maleta que figura en la portada y que su sola postura nos
hace pensar que no somos nosotros los que viajamos sino que es nuestra maleta
la que nos lleva a lugares impensados y somos nosotros los que la seguimos.
Ustedes leerán este libro y por un instante irán a París y luego a Capri, la
isla de Italia y se darán cuenta lo maravilloso que es la literatura, podrán
recuperar en un solo libro esos libros que perdieron en algún momento como yo y
podrán decir que es posible que la felicidad quepa en una mano. ¿Qué más puedo
decir? Estoy emocionado porque he pasado del lector que admiraba al escritor a
ser un cómplice de ese autor que creo que debería tener más lectores. Este
libro ha hecho, entre café y café, que conversemos no solo de literatura sino
de otros temas y creo o es lo que quiero pensar que esa complicidad ha solventado
una amistad que nace de la admiración que siento por él.
Finalmente
creo que Marco y yo estuvimos predestinados a juntarnos en algún momento, creo
que él nos esperó a que madurásemos como editorial para mirarnos como una
alternativa, creo que nuestra seriedad como editorial lo convenció. Lo he
notado alegre y muy entusiasta con esta edición en estos días y créanme que
quien obtenga hoy estos libros tendrá en su biblioteca un libro de lujo,
recuperarán lo que perdieron, volverá lo que se fue a su lugar de donde nunca
debió haberse ido, y quienes nunca lo leyeron pues qué maravilla empezarán con
aquello de “Viajar es mudar de piel” y entrarán a un mundo íntimo y de profunda
sensibilidad.
Como
lector les digo, léanlo. De París a Capri es posible encontrar la felicidad. Gracias.
Eduardo Reyme Wendell
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