Enseñar
es uno de los privilegios que he aprendido a querer en esta vida, uno de esos
privilegios que he compartido paralelamente con mi otra pasión que es la
literatura en todas sus formas.
En
mi labor diaria converso con entusiastas muchachos que se me acercan al
finalizar las clases, entusiasmados por conocer de algún autor en particular o
por quizá, extender en algún recreo esa clase que les llamó la atención. Tengo
que confesar que me agrada enormemente que les agrade lo que les cuento, me
agrada aún más enseñarles a querer algo que para mí fue tan fácil de tomar como
propio y luego de mucho esfuerzo, dedicación y constante perseverancia tratar
de hacerlo mío (digo tratar porque la literatura es algo totalmente inasible).
Trato de seguir cuando enseño lo que el maestro Luis Jaime Cisneros una vez
respondió en una conferencia cuando le preguntaron cómo sabía él que sus alumnos
aprendían ante lo que contestó, porque sonríen. Eso, creo, he tratado de hacer
yo, hacer que sonrían y aprendan lo que para mí es tan apasionante.
Desde
la primera vez que entré a un aula, hace ya mucho tiempo atrás, tuve la
consigna de hablarles un poco más de literatura; con ellos, con mis alumnos, he
compartido mi bibliomanía y mi bibliofilia. Y es que considero que más allá de
enseñar literatura, lo mío pasa por enseñar la pasión que siento por ella que
son dos cosas totalmente diferentes. Ellos, mis alumnos, que hoy han venido de
todos lados junto a sus padres o entre amigos de collera saben lo que les digo.
En parte si hoy estoy aquí sentado es por ellos. Cuando tenía su edad me
preguntaba si la literatura era solo aquello que nos enseñan en los libros y
por supuesto que las preguntas que surgieron en aquellas épocas hicieron que
vaya yo con el tiempo a buscar sus respectivas respuestas. La literatura que se
enseña en las escuelas no representa ni la mitad de lo que es en realidad.
Cuando
crecí estudié literatura, al terminar creé la editorial Vivirsinenterarse como una
editorial que tenía por objetivo primordial llegar a todas aquellas personas
que viven el día a día y dejan pasar las cosas más esenciales a sus vidas, es
cierto aquella frase entonces de Exupery, esa que dice que no se ve sino con el
corazón porque lo esencial es invisible a los ojos. Entonces para redondear la
idea de lo que es enseñar para mí, la respuesta sería que lo mío es enseñar a
ver lo esencial con el corazón.
Quizá
ahora que se presenta Retorno a la creatura
de Pablo Guevara es inevitable no relacionar el por qué editar un libro de
poesía en estas épocas. Es ese punto es en donde se articulan mis dos oficios,
el de maestro y el de editor, porque ser editor me ha servido para saber de qué
gustan los adolescentes y ello me ha llevado a editar libros pensando como
ellos. El año pasado presentamos por ejemplo, aquí también, el libro acerca del
Palais Concert y hace menos de un mes atrás, hemos editado un libro que habla de
la selva y de sus historias fantásticas.
*
Enseñando
llegué a Guevara. Un día me tocaba hablar de algún tema ligado al lenguaje,
pero como mi formación proviene de la literatura y yo dicto lenguaje con
entusiasmo porque creo que la literatura se construye con el mejor uso del
lenguaje decidí relacionar algún tema del curso con un bimestre completo de
poesía. Recuerdo que cuando entré a clases y dije que tenía que hablar de
poesía sus caras fueron de extrañeza, más aún lo fueron cuando agregué la
palabra peruana, la cosa ahí, digamos, se puso densa. Mi intención era saber
cuánto sabían mis alumnos más allá de autores como Vargas Llosa, Vallejo o
Valdelomar. Cuando empecé hablando de la Generación del 50, la conclusión fue
una sola, sabían más de narradores del 50 que de poetas. Entonces me hice la
pregunta, ¿por qué se lee más narrativa que poesía en las escuelas? La
respuesta era compleja. Lo cierto es que hay una idea un poco arbitraria en
considerar más a la narrativa que a la poesía como forma literaria única de
enseñanza.
A mi
parecer es importante leer poesía en las escuelas y no solo leerla, sino enseñarla
porque la poesía es delicada y exige un cuidado especial. No pasa porque sea
difícil (que es lo que usualmente dicen los no saben de poesía), sino en saber
enseñarla. Díganme acaso quien nunca escribió un poema o recibió una carta con
un alto contenido poético y suspiró y pensó que el mundo podía ser perfecto
viviendo en poesía.
Es
importante que nuestros jóvenes lean poesía y no lo digo porque ahora se edita
Retorno a la creatura sino porque creo que es la poesía la herramienta que
puede sensibilizar a un mundo violento y desquiciado. Mucho se habla de
sensibilidad y es curioso que no se introduzca a la poesía como parte formativa
de sensibilidad en la currícula escolar donde nos enseñan de batallas que nunca
ganamos o de héroes que nunca lo fueron.
Hoy
en día necesitamos maestros que enseñen la importancia de la sensibilidad a
través de la poesía porque de lo contrario la violencia de las calles terminará
por tomarlo todo. Para ello entonces necesitamos personas lo suficientemente
capaces de conmoverse ante la vida. Los alumnos de estos tiempos necesitan conmoverse,
necesitan decirle no al tráfico y venta de animales, no a las corridas de
toros, no a los gobernantes corruptos. Cómo lograr que se expresen y se
indignen sino es a través de la literatura, cómo lograr que se conmuevan con la
humanidad si no empiezan conmoviéndose con sus propios sentimientos. La poesía
es esa herramienta que puede hacer que una persona se conozca a profundidad, y
es vital porque cuando tienes catorce o quince años te ilusionas de la chica
que se sienta al otro lado del aula y le escribes una carta y entonces te das
cuenta que para mostrarle tus sentimientos tienes que escribirle cosas bonitas
y esas cosas bonitas que dicen los adolescentes es la poesía, entonces ellos
dicen cómo escribir cosas bonitas si no leo nada. Entonces se me acercan y conversando
lo primero que aprende aquel alumno es que lo han estafado. Mucho sabe de
matemática y otros cursos y poco o nada sabe de literatura. Les recomiendo
cosas para que se animen a entrar a la poesía sin que esta los expectore, sino
que los invite a seguir curioseando, podría decirle lee a Pound o Eliot, pero pisemos
tierra, vivimos en un país donde lo más vendido en nuestra Feria son los libros
de Gisela, Wendy Sulca y la “Tigresa del Oriente”, tranquilidad y bajemos las
revoluciones, que lean cosas que sin tener tanto vuelo seudointelectualoide
tenga belleza. Lo cierto, lo palpable (alguien que nunca enseñó a adolescentes
jamás sabrá esto) es que ellos lo encuentran fabuloso y es su amor o su edad o
su locura o qué se yo, pero te dicen cosas alucinantes como que todo el mundo
debería leer poesía. Una alumna alguna vez me dijo que si el mundo estaba así
de mal era porque vemos violencia por todos lados y lo que se frecuenta mucho
se imita, imagínese, profesor, me dijo, qué pasaría si todos conocieran a
Antonio Cisneros. Yo me quedé callado. Había convertido a mi alumna en todo lo
que aspira tener un maestro, un ejército de cruzados dispuestos a cambiar el
mundo por ellos y para ellos.
Un
libro de poesía no solo tiene esa famosa voz que todos asociamos al amor, en el
fondo, la poesía es la vida misma y tiene todos los matices de los que están compuestos
los sentimientos de las personas. En Retorno
a la creatura, por ejemplo, es inevitable después de leer cada uno de sus
poemas, empezar a relacionarlo con los sentimientos que pueblan nuestro mundo, para
que se animen a obtener y leer el libro, cuando uno lee el poema Los que murieron es inevitable no pensar
en lo que sucede entre Palestina e Israel actualmente, el poema dice en alguna
parte “Todavía se desangran/ los cielos todavía se desangran” o aquellos versos
que dicen “solo el dolor sobre la tierra. Las ráfagas de luz no son bastantes.
Solo el dolor se escucha y no sabemos cuándo destruiremos su reinado”. Al
parecer las personas no han advertido estas llamadas de atención que nos hace
la poesía a través de su lenguaje. Otro de los sentimientos es el de la
impotencia de ver cómo nuestra paz se ve atacada por trillados asuntos, Guevara
en uno de sus poemas dice “La violencia era ignorada bajo el sol de la ofertas”.
La
poesía también es amor, no ese sentimiento acaso con el que el hombre nace,
entonces, por qué alejarlo en lugar de acercarlo. En un poema que le leía a mi
novia ayer decía “No importe el halcón en el techo devastado/ ni el rostro
sombrío del odio tras el vidrio, si son tus ojos mi luminosa angustia, tus
labios, la única verdad de cada día, en todo corazón inexplorado las ternuras
de tu continuo amor sobre mis tierras”
También
y para terminar este libro Retorno a la
creatura nos deja mensajes de aliento para seguir adelante como seres
humanos, en un poema se lee “no tengo tiempo para arrepentirme/ caminaré hasta
sobrevivir los años”
Pablo
cuando escribe Retorno a la creatura tiene 27 años, es un poeta que entremezcla
sentimientos, se muestra como es, dice en otro poema de extremada ternura “Y he
salido del cine con brazos infinitos y, ¿sabes? Te prefiero sobre todas las
cosas”.
Retorno a la creatura ha sido editado por primera vez y estamos orgullosos de
haber colaborado con un granito de arena para que todos ustedes puedan tener la
oportunidad de obtener este libro que es un libro con el que, créanme, uno
puede empezar a amar la poesía. Y si sucede eso ya saben lo que vendrá después.
Hay
un verso con el que quiero terminar y antes de ayer releyendo el libro fue como
mágico como si fuera Pablo quien me lo dijera al oído, “Aunque mi corazón es el
mismo que murió ayer ha vuelto, anciano y niño a la vez, a elegir la vida.”
Y
para Pablo y para mí, la vida era la poesía.
Eduardo Reyme Wendell
Director editorial
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