domingo, 10 de agosto de 2014

La vida era la poesía

Enseñar es uno de los privilegios que he aprendido a querer en esta vida, uno de esos privilegios que he compartido paralelamente con mi otra pasión que es la literatura en todas sus formas.
En mi labor diaria converso con entusiastas muchachos que se me acercan al finalizar las clases, entusiasmados por conocer de algún autor en particular o por quizá, extender en algún recreo esa clase que les llamó la atención. Tengo que confesar que me agrada enormemente que les agrade lo que les cuento, me agrada aún más enseñarles a querer algo que para mí fue tan fácil de tomar como propio y luego de mucho esfuerzo, dedicación y constante perseverancia tratar de hacerlo mío (digo tratar porque la literatura es algo totalmente inasible). Trato de seguir cuando enseño lo que el maestro Luis Jaime Cisneros una vez respondió en una conferencia cuando le preguntaron cómo sabía él que sus alumnos aprendían ante lo que contestó, porque sonríen. Eso, creo, he tratado de hacer yo, hacer que sonrían y aprendan lo que para mí es tan apasionante.
Desde la primera vez que entré a un aula, hace ya mucho tiempo atrás, tuve la consigna de hablarles un poco más de literatura; con ellos, con mis alumnos, he compartido mi bibliomanía y mi bibliofilia. Y es que considero que más allá de enseñar literatura, lo mío pasa por enseñar la pasión que siento por ella que son dos cosas totalmente diferentes. Ellos, mis alumnos, que hoy han venido de todos lados junto a sus padres o entre amigos de collera saben lo que les digo. En parte si hoy estoy aquí sentado es por ellos. Cuando tenía su edad me preguntaba si la literatura era solo aquello que nos enseñan en los libros y por supuesto que las preguntas que surgieron en aquellas épocas hicieron que vaya yo con el tiempo a buscar sus respectivas respuestas. La literatura que se enseña en las escuelas no representa ni la mitad de lo que es en realidad.
Cuando crecí estudié literatura, al terminar creé la editorial Vivirsinenterarse como una editorial que tenía por objetivo primordial llegar a todas aquellas personas que viven el día a día y dejan pasar las cosas más esenciales a sus vidas, es cierto aquella frase entonces de Exupery, esa que dice que no se ve sino con el corazón porque lo esencial es invisible a los ojos. Entonces para redondear la idea de lo que es enseñar para mí, la respuesta sería que lo mío es enseñar a ver lo esencial con el corazón.
Quizá ahora que se presenta Retorno a la creatura de Pablo Guevara es inevitable no relacionar el por qué editar un libro de poesía en estas épocas. Es ese punto es en donde se articulan mis dos oficios, el de maestro y el de editor, porque ser editor me ha servido para saber de qué gustan los adolescentes y ello me ha llevado a editar libros pensando como ellos. El año pasado presentamos por ejemplo, aquí también, el libro acerca del Palais Concert y hace menos de un mes atrás, hemos editado un libro que habla de la selva y de sus historias fantásticas.
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Enseñando llegué a Guevara. Un día me tocaba hablar de algún tema ligado al lenguaje, pero como mi formación proviene de la literatura y yo dicto lenguaje con entusiasmo porque creo que la literatura se construye con el mejor uso del lenguaje decidí relacionar algún tema del curso con un bimestre completo de poesía. Recuerdo que cuando entré a clases y dije que tenía que hablar de poesía sus caras fueron de extrañeza, más aún lo fueron cuando agregué la palabra peruana, la cosa ahí, digamos, se puso densa. Mi intención era saber cuánto sabían mis alumnos más allá de autores como Vargas Llosa, Vallejo o Valdelomar. Cuando empecé hablando de la Generación del 50, la conclusión fue una sola, sabían más de narradores del 50 que de poetas. Entonces me hice la pregunta, ¿por qué se lee más narrativa que poesía en las escuelas? La respuesta era compleja. Lo cierto es que hay una idea un poco arbitraria en considerar más a la narrativa que a la poesía como forma literaria única de enseñanza.
A mi parecer es importante leer poesía en las escuelas y no solo leerla, sino enseñarla porque la poesía es delicada y exige un cuidado especial. No pasa porque sea difícil (que es lo que usualmente dicen los no saben de poesía), sino en saber enseñarla. Díganme acaso quien nunca escribió un poema o recibió una carta con un alto contenido poético y suspiró y pensó que el mundo podía ser perfecto viviendo en poesía.
Es importante que nuestros jóvenes lean poesía y no lo digo porque ahora se edita Retorno a la creatura sino porque creo que es la poesía la herramienta que puede sensibilizar a un mundo violento y desquiciado. Mucho se habla de sensibilidad y es curioso que no se introduzca a la poesía como parte formativa de sensibilidad en la currícula escolar donde nos enseñan de batallas que nunca ganamos o de héroes que nunca lo fueron.
Hoy en día necesitamos maestros que enseñen la importancia de la sensibilidad a través de la poesía porque de lo contrario la violencia de las calles terminará por tomarlo todo. Para ello entonces necesitamos personas lo suficientemente capaces de conmoverse ante la vida. Los alumnos de estos tiempos necesitan conmoverse, necesitan decirle no al tráfico y venta de animales, no a las corridas de toros, no a los gobernantes corruptos. Cómo lograr que se expresen y se indignen sino es a través de la literatura, cómo lograr que se conmuevan con la humanidad si no empiezan conmoviéndose con sus propios sentimientos. La poesía es esa herramienta que puede hacer que una persona se conozca a profundidad, y es vital porque cuando tienes catorce o quince años te ilusionas de la chica que se sienta al otro lado del aula y le escribes una carta y entonces te das cuenta que para mostrarle tus sentimientos tienes que escribirle cosas bonitas y esas cosas bonitas que dicen los adolescentes es la poesía, entonces ellos dicen cómo escribir cosas bonitas si no leo nada. Entonces se me acercan y conversando lo primero que aprende aquel alumno es que lo han estafado. Mucho sabe de matemática y otros cursos y poco o nada sabe de literatura. Les recomiendo cosas para que se animen a entrar a la poesía sin que esta los expectore, sino que los invite a seguir curioseando, podría decirle lee a Pound o Eliot, pero pisemos tierra, vivimos en un país donde lo más vendido en nuestra Feria son los libros de Gisela, Wendy Sulca y la “Tigresa del Oriente”, tranquilidad y bajemos las revoluciones, que lean cosas que sin tener tanto vuelo seudointelectualoide tenga belleza. Lo cierto, lo palpable (alguien que nunca enseñó a adolescentes jamás sabrá esto) es que ellos lo encuentran fabuloso y es su amor o su edad o su locura o qué se yo, pero te dicen cosas alucinantes como que todo el mundo debería leer poesía. Una alumna alguna vez me dijo que si el mundo estaba así de mal era porque vemos violencia por todos lados y lo que se frecuenta mucho se imita, imagínese, profesor, me dijo, qué pasaría si todos conocieran a Antonio Cisneros. Yo me quedé callado. Había convertido a mi alumna en todo lo que aspira tener un maestro, un ejército de cruzados dispuestos a cambiar el mundo por ellos y para ellos.
Un libro de poesía no solo tiene esa famosa voz que todos asociamos al amor, en el fondo, la poesía es la vida misma y tiene todos los matices de los que están compuestos los sentimientos de las personas. En Retorno a la creatura, por ejemplo, es inevitable después de leer cada uno de sus poemas, empezar a relacionarlo con los sentimientos que pueblan nuestro mundo, para que se animen a obtener y leer el libro, cuando uno lee el poema Los que murieron es inevitable no pensar en lo que sucede entre Palestina e Israel actualmente, el poema dice en alguna parte “Todavía se desangran/ los cielos todavía se desangran” o aquellos versos que dicen “solo el dolor sobre la tierra. Las ráfagas de luz no son bastantes. Solo el dolor se escucha y no sabemos cuándo destruiremos su reinado”. Al parecer las personas no han advertido estas llamadas de atención que nos hace la poesía a través de su lenguaje. Otro de los sentimientos es el de la impotencia de ver cómo nuestra paz se ve atacada por trillados asuntos, Guevara en uno de sus poemas dice “La violencia era ignorada bajo el sol de la ofertas”.
La poesía también es amor, no ese sentimiento acaso con el que el hombre nace, entonces, por qué alejarlo en lugar de acercarlo. En un poema que le leía a mi novia ayer decía “No importe el halcón en el techo devastado/ ni el rostro sombrío del odio tras el vidrio, si son tus ojos mi luminosa angustia, tus labios, la única verdad de cada día, en todo corazón inexplorado las ternuras de tu continuo amor sobre mis tierras”
También y para terminar este libro Retorno a la creatura nos deja mensajes de aliento para seguir adelante como seres humanos, en un poema se lee “no tengo tiempo para arrepentirme/ caminaré hasta sobrevivir los años”
Pablo cuando escribe Retorno a la creatura tiene 27 años, es un poeta que entremezcla sentimientos, se muestra como es, dice en otro poema de extremada ternura “Y he salido del cine con brazos infinitos y, ¿sabes? Te prefiero sobre todas las cosas”.
Retorno a la creatura ha sido editado por primera vez y estamos orgullosos de haber colaborado con un granito de arena para que todos ustedes puedan tener la oportunidad de obtener este libro que es un libro con el que, créanme, uno puede empezar a amar la poesía. Y si sucede eso ya saben lo que vendrá después.
Hay un verso con el que quiero terminar y antes de ayer releyendo el libro fue como mágico como si fuera Pablo quien me lo dijera al oído, “Aunque mi corazón es el mismo que murió ayer ha vuelto, anciano y niño a la vez, a elegir la vida.”
Y para Pablo y para mí, la vida era la poesía.

Eduardo Reyme Wendell
Director editorial

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