Las dos partes que integran esta novela
desarrollan dos motivos: el viaje y el aprendizaje. A través del mismo se nos
muestra una nueva versión de una realidad que se va descubriendo a medida que
el personaje principal decide buscarse a sí mismo en la debacle y el fracaso de
los demás. La mirada nada ingenua de un sujeto a punto de ser fragmentado por
su propia ciudad evoca a los ciudadanos que viven y padecen la incuria de sus
gobernantes. La Convención, se muestra como un puzzle plagado de problemáticas propias de culturas que han vivido
relegadas desde siempre. Bajo esta peculiar mirada se retratan sombras
frívolas, tenues espejismos carcomidos y consumidos por sus propias manías.
Así, en un envolvente lenguaje, se viaja a través de la ficción y se recrea el
panorama completo de esta ciudad dicotómica: fetiche de ombligo del mundo y
espalda de la milenaria cultura Machiguenga.
Novela dialógica de principio a fin, El
sendero de La Convención es, ante todo, un libro elaborado con la clara
intencionalidad de poner en jaque al lector y contar esa otra realidad que no
aparece a vista y paciencia de todos. (Eduardo Reyme Wendell)
No hay comentarios:
Publicar un comentario