miércoles, 31 de julio de 2013

ASÌ ME CUESTE UNA FERIA*

La primera vez que supe de la Red, recuerdo que estaba sentado en la sala de mi casa, leyendo, con el televisor en silencio como es mi mala costumbre. Por algo que ahora no recuerdo le devolví la voz al conductor, frente a él, unos jóvenes empezaron a hablar de algo que hasta ese momento no sabía. No sé cuántos de ustedes sintieron lo mismo que yo sentí cuando oí tamaña denuncia que se estaba haciendo. Lo que sí recuerdo es que para mí, esos jóvenes, completamente extraños en aquel entonces, no sabían de mí ni yo de ellos.
Por ser un tema tan cercano a mi labor que es la de hacer libros, hice lo que tenía que hacer: curiosear.
Esa misma noche en la dirección que habían dado, empecé a analizar los reclamos y a ser un testigo indirecto de cuanta marcha, reclamo y queja hicieran desde la misma dirección. No fue hasta que organizaron un conversatorio en La Casa de la Literatura que decidí asistir para poder enterarme mejor de aquello que la misma dirección del Facebook ya no podía brindarme y que sentía un tanto repetitivo.
En una de esas reuniones en La Casa, aquellos rostros de la televisión fueron más familiares, no sé si fue a dos o a tres reuniones a las que asistí, pero lo que sí recuerdo fue una exposición con fotografías acerca del Palais Concert que me dejó una sensación ya no de indignación sino de impotencia.
Tiempo después los mismos chicos organizaron un concurso de cuentos en el que participé, no escribiendo un cuento para el concurso, sino puliendo uno que tenía guardado dentro de los cajones del escritorio, el tema del Palais Concert había estado en mi primer libro y mi relación con él es más cercana de los que muchos creen. Meses después una noche de verano mientras hablaba con mis alumnos, me topé con una llamada, de esas buena onda que me decía que mi cuento había llegado a buen puerto. Lo que me emocionó más de aquella noticia, ahora lo recuerdo, fue conocer al jurado, esa sensación de que gente que admiras diga algo de lo que escribes puede ser el mismo premio en sí. De esas épocas de la buena noticia recuerdo también dos cosas. La primera es que la mitad del público que asistió a la premiación fueron mis alumnos (como ahora al parecer) y la segunda es que la premiación se había dado en completa oscuridad porque uno de los generadores se había quemado o volado o qué se yo. La anécdota es más simpática aún si les comento que era inevitable dejar de ver el diploma entregado por la Red entre los ganadores, creo en el fondo que los premiados creíamos que nos darían las diplomas equivocadas y yo muy el fondo deseaba que no sean las diplomas sino los sobres con el dinero el equívoco. (No se asusten, era una broma)

La premiación en completa oscuridad fue extraña. José Guich posaba detrás de cada ganador con una vela encendida y no es que esté mal este tipo de posturas bastante naturales en un medio literario por lo general impostado, artificial y falso, sino que tratándose de un escritor de literatura fantástica, fue inevitable apuntar aquella imagen en un cuaderno en el que escribo cosas cortas. Hace poco leí aquel apunte, justo para escribir estas líneas, allí se lee: Escritor de literatura fantástica entrega premios a oscuras con una vela y una mirada de terror, escribir cuento.
Lo que siguió después es curioso porque al no haber editorial que pudiese publicar el libro, los trabajos estaban destinados a perderse y dejar de ser testimonio y prueba concreta de todo lo que supone la Red. La editorial por aquel entonces pasaba por una especie de tiranía duplicada que no me permitía a mí poder hacer nada en el sello que años atrás había creado y dirigido con un solo fin, hacer libros e introducirme en ese mundo que hoy a mis veintinueve años sigue emocionándome: los libros.
Ahora solo puedo decir dos cosas, la primera es que la editorial Vivirsinenterarse ha dejado de ser una editorial de amigos que hacen libros sin saber con qué fin o para qué, y la segunda es que la editorial cuenta con la gente idónea y consecuente que cualquier casa editorial quisiera tener en sus filas, ellos son los verdaderos responsables de este giro editorial que hoy acabamos de dar.
Por consecuencia, amigos, podrán entender la manera cómo el proyecto del Palais Concert llegó a esta casa editorial. La seriedad, el orden y el respeto a cada uno de los diez integrantes fue lo que ha permitido poder hacer realidad esta ya realidad existente. Vivirsinenterarse no ha creado ilusiones al hacer el libro, ha puesto en los ojos de todos una lucha justa y digna de parte del colectivo Red del Patrimonio Cultural y estamos más que orgullosos de poder haber estado a la altura de este proyecto.
No quiero terminar estas líneas y dejar de hablar como editor que es una forma más acartonada de hacer literatura y pasar al otro yo, al autor, y manifestar que los ocho integrantes de este libro (tres son extranjeros) no estamos de acuerdo en homenajes a personalidades que no suman nada a la cultura y que del Palais Concert no dijeron absolutamente nada cuando debieron decirlo. Así estas palabras me cuesten una feria.

 Muchas gracias 
*Eduardo Reyme Wendell 
Vivirsinenterarse



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